miércoles, 27 de julio de 2011

leyendo la marcha del kun

I. el rencor al kun, la intensidad del rencor contra el kun, el resentimiento, lo es porque desafía la muy humana necesidad de que exista una figura, una otra persona "ideal": honesta, impoluta, comprometida, fiel. con su gesto (feo todo hay que decirlo) desmiente radicalmente la existencia de tal figura pero no ya en él sino en cualquiera, en todos. es como cuando uno entra en un pabellón y no enciende solo el sector de luces que pisa sino todas las luces de todo el pabellón. cae, parece caer, todo el género humano y nos desmonta a todos el chiringuito, la falacia necesaria. algo muy sabio dentro de nosotros nos hace no desplazarla sobre otra figura para salvaguardar el juego. pero eso es sólo de momento. pronto, la necesidad de sostener y plasmar esa figura hará que se la coloquemos a un otro, otra camisa para la misma percha.

II. creemos tal vez que de no inventar estas figuras, saltaríamos la valla y caeríamos en otro nivel del sóotano, el -2, caeríamos en un pozo de miseria, de mundo abyecto, de traidores en fila, de lobos malolientes, un lugar en el que no merecería la pena vivir.

III. cuando en realidad sólo caeremos a un mundo normal, no idealizado, donde no existe la figura que buscamos, la gran anhelada. pasado el rencor, pasada la tristeza, valoraremos lo que sí tenemos, lo que esa persona sí es, sí tiene, con sus imperfecciones, y en otro tiempo la degustaremos y nos acompañará cálidamente, tranquilamente, el resto de nuestra corta vida.

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